Hatshepsut: la reina hombre de Egipto



Sphinx of Hatshepsut | New Kingdom | The Met Hatshepsut: la reina hombre de Egipto - National Geographic en Español

Considerada por algunos la Lucrecia Borgia egipcia, admirada por otros como faraona ejemplar, Hatshepsut, cuyo nombre significa «la unidad de Amón delante de los nobles», fue la reina más famosa y la que gobernó durante más tiempo (1502-1482 a.C.) en el antiguo Egipto.

La faraona fue hija de Tutmosis I, esposa y hermanastra de Tutmosis II y madrastra de Tutmosis III. Cuando su padre Tutmosis I murió, se desencadenó un conflicto sucesorio entre Hatshepsut y su hermanastro, hijo de una de las amantes de Tutmosis I. El conflicto se saldó a favor de su hermanastro y luego esposo, algo que es de suponer que supuso un duro trago para el orgullo de una mujer del carácter de Hatshepsut.

Debido al olvido que cayó sobre Hatshepsut, es difícil pensar en un faraón cuyas esperanzas de ser recordado sean más conmovedoras.

Parece haberle temido más al anonimato que a la muerte. Fue una de las mayores constructoras en una de las dinastías más grandes de Egipto. Levantó y renovó templos y santuarios desde el Sinaí hasta Nubia. Los cuatro obeliscos de granito que erigió en el vasto templo del gran dios Amón en Karnak estaban entre los más magníficos.

Templo de Hatshepsut:

Templo de hatshepsut (Deir El Bahari) en la ciudad de Luxor

                   Templo funerario de Hatshepsut - PASAPORTEDUAL  Estelas de Hatshepsut y Tutmosis III Geografía, Historia y Arte: Cartucho de la reina Hatshepsut

Encomendó cientos de estatuas de ella misma y dejó testimonios en piedra -verdaderos e inventados- de su linaje, sus títulos, su historia, incluso de sus pensamientos y esperanzas, que a menudo expresaba con un candor poco común. Las expresiones de preocupación que Hatshepsut inscribió en uno de sus obeliscos en Karnak aún resuenan con una inseguridad casi encantadora: “Ahora se me vuelca el corazón cuando pienso lo que la gente dirá. Aquellos que vean mis monumentos en los años por venir, y que hablarán de lo que he hecho”.

Recordemos que Hatshepsut de verdad era de sangre azul, emparentada con el faraón Amosis, mientras que su esposo-hermano era descendiente de un rey adoptado.

Los egipcios creían en la divinidad del faraón; sólo Hatshepsut, no su hijastro, tenía un vínculo biológico con la realeza divina.

Aun así, quedaba el pequeño detalle del género. El reinado debía pasarse de padre a hijo, no a hija; la creencia religiosa dictaba que el papel de rey no podía desempeñarse adecuadamente por una mujer. Saltar este obstáculo debe haber requerido mucha sagacidad por parte de la mujer rey. Cuando su esposo murió, Hatshepsut prefirió no usar el título de Esposa del Rey, sino el de Esposa del Dios Amon, nombramiento que algunos creen le allanó el camino al trono.


La reina que quiso ser faraón, Hatshepsut (Siglo XV a.C.)
Hatshepsut, la gran reina de la dinastía XVIII


Hatshepsut nunca mantuvo en secreto su sexo en los textos; sus inscripciones con frecuencia empleaban terminaciones femeninas. Pero en principio, parecía estar buscando formas de sintetizar las imágenes de reina y rey, como si un arreglo visual resolviera la paradoja de un soberano mujer.

Por mucho tiempo, los historiadores le han adjudicado a Hatshepsut el papel de la madrastra malvada del joven Tutmosis III.

La evidencia de su supuesta crueldad es la forma en la que su hijastro se la retribuyó póstumamente atacando sus monumentos y borrando su nombre de los monumentos públicos. De hecho, Tutmosis III devastó la iconografía del rey Hatshepsut con el mismo rigor con el que aporreó a los cananeos en Megido.

En Karnak su imagen y su cartucho, o el símbolo de su nombre, se quitaron a cincelazos de los muros de los santuarios; los textos en sus obeliscos se cubrieron con piedra (lo que, sin quererlo, los conservó en perfectas condiciones). En Deir el-Bahari, sitio de su logro arquitectónico más espectacular, sus estatuas fueron destrozadas y arrojadas a un pozo frente a su templo mortuorio.

Conocido como Djeser Djeseru, sagrado entre los sagrados, en la ribera oeste del Nilo frente al moderno Luxor, el templo está frente a un conjunto de acantilados color león que enmarca sus piedras rojizas como hace un nemes con el rostro del faraón.

Con sus tres pisos, sus pórticos, sus espaciosas terrazas unidas por rampas, su ahora desaparecida calzada cubierta de esfinges, las albercas de papiro en forma de T y árboles de mirra que dan sombra, Djeser Djeseru se encuentra entre los templos más gloriosos jamás construidos. Fue diseñado quizá para ser el centro del culto a Hatshepsut.

Sus imágenes como reina quedaron intactas, pero donde se proclamaba como rey, los trabajadores de su hijastro usaron sus cinceles en un acto vandálico cuidadoso y preciso. “La destrucción no fue una decisión emocional, sino política”, dice Zbigniew Szafraski, director de la misión arqueológica polaca en Egipto que ha estado trabajando en el templo mortuorio de Hatshepsut desde 1961

Para saber más de su vida:

ESFINGE DE LA REINA HATSHEPSUT MUSEO DEL CAIRO 8556 19-8-2… | Flickr





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